Guardo

«Guardo siempre ha sido un río de oportunidades» José Antonio Cagigal Pintor y pregonero de las fiestas de Guardo

Aficionado a los tebeos desde pequeño, Cagigal siempre ha mantenido una estrecha relación con su Guardo natal, nostalgia que refleja en su obra

JOSE CARLOS DIEZ / GUARDO

Pintor simbolista, José Antonio Cagigal ha utilizado siempre la pintura para curarse a sí mismo del desarraigo y la soledad. Extremadamente sensible se desenvuelve entre dos mundos, uno imaginario, el de los sueños, y otro en el que se mezclan el blanco y negro de la vida. Experto en envolver colores y con los sueños jugando a su favor, asegura haber convertido su vida en un color «gris perla precioso».

¿Cómo se siente habiendo sido elegido como pregonero?

Agradecido, aunque ya he dicho que me viene dos tallas más grande. Hago una exposición y hablo sin problema, pero con la literatura me entra el miedo escénico. Es un reconocimiento. Me marché de ahí de joven y volver como los salmones al río donde has nacido, es una maravilla.

¿Ya tiene preparado el pregón y los temas que lo conducirán?

Tengo cuatro cositas que he escrito. Es en plan nostálgico. Hablaré de los amigos, de las fechorías y cómo empecé a pintar y hacer cosas raras.

Fechorías, suena interesante…

Una de ellas es cuando se quemó la casa de Don Celso. Apagado el fuego, estuve allí, como otra gente, como buitres a coger cosas. Allí un amigo y yo encontramos un libro de anatomía forense. A todo aquel que quería verlo le cobrábamos dos reales y así sacamos una pasta para tebeos del Llanero Solitario y del Capitán Trueno. Lo escondíamos en una alcantarilla que había detrás de las escuelas. Un día alguien nos siguió, nos robó el libro y se nos quitó la vocación de millonarios.

¿Una infancia diferente, entonces?

Siempre he dicho que Guardo era muy diferente. Nosotros, no teníamos tablets, ni teléfonos, éramos libres. Para mi Guardo siempre ha sido “El Dorado”. Siempre se ha dicho que Guardo venía de “paso angosto”, de “boca a lo arduo”, pero quien sabía griego decía que venía de “río de oro” y para mi Guardo ha sido eso, un río de oportunidades. Nacer en Guardo fue conocer el dorado.

¿Influye Guardo en sus cuadros?

Madrid no me gustaba nada, pero fui saliendo adelante. Lo mío con Guardo era una enfermedad. Miraba para el horizonte y nunca perdía el norte. Mi obra ha sido como la enfermedad de la ostra que, cuando le entra arena, lo recubre de una sustancia nacarada para salvarse y así ha sido mi obra, creándose muy poco a poco. Yo echaba de menos a mi pueblo y la nostalgia la he plasmado en mi obra.

Pero empezar, empezó en Guardo…

Sí de chiquitillo, si hasta falsificaba los billetes de cinco pesetas. Cuando haga una exposición, puedo enseñar gran parte de las obras. En los cuadros se ve la luz, el brochazo, el color, el dibujo, pero en las fotografías no se ve.

¿Cuál es su estilo?

Soy muy daliniano

¿Cuándo empezó a pintar?

Cuando tenía siete u ocho años y lo hice por envidia. Yo tenía un hermano mayor y era el hijo segundo. Empecé a hacer figuritas con arcilla, con cera y demás. Empecé a dibujar y pintar por llamar la atención a mis padres. Le debo mucho a los tebeos, porque son mis compañeros de la infancia

¿Entonces, nadie le enseña a pintar?

Soy autodidacta completamente. He abierto mucho los ojos, no mirando si no viendo. Cuando alguien moría, mi madre siempre me traía el recordatorio, con obras de Murillo habitualmente o de Velázquez. Cogía e intentaba copiarles hasta que aprendía de memoria. La creatividad te la quitan las aulas. Sales de allí siendo quien ellos quieren que seas, pero no tú mismo.

¿Cómo le surgen las ideas para sus cuadros, como en este de la rueda de prensa de Jesucristo?

Fíjate hasta donde llega mi ego y mi pasión por Guardo que me he pintado en el cuadro con el escudo de Guardo. Jesús les está diciendo que “mi reino no es de este mundo”, pero yo también lo intento representar con la cámara que tengo en la mano. Si con el don que tengo, hubiera nacido en Valencia, tendría la técnica de Sorolla, pero nos mató el monte gris, el hielo.

¿Por qué se pinta en los cuadros?

Por una parte es el ego, pero por otra parte, es parte de mi pintura. Hay gente que va a mis exposiciones y me busca en los cuadros como si estuvieran jugando a “Buscar a Willy”.

¿Hay algún cuadro del que se sienta más orgulloso?

Les quieres a todos, porque son como hijos. Lo único que unos tienen carrera y otros no.

Con tantos años, tendra alguna anécdota curiosa relacionada con su actividad pictorica…

El ejército del aire me encargó un retrato de un General. Aquel encargo me daba algo de miedo, pero lo intenté. Me entregaron una foto soberbia y me tiré cuatro o cinco días mirándola para captar algo de la personalidad de aquel hombre. Entregué el cuadro y me pagaron muy bien. Al poco tiempo, el coronel que me lo encargó, me preguntó cómo había captado que ese hombre tenía un cáncer terminal y le expliqué que sólo me había pintado a mí, porque hacía poco que mi hermano había sufrido una muerte dulce en la montaña.

En alguna ocasión ha comentado que es un artista “barato”, ¿cuánto puede costar un cuadro suyo?

He cobrado de todos los precios, pero alrededor de 1.500 euros. Si me viene un amiguete, le hago un precio decente, porque lo que quiero es sobrevivir.

¿Cómo es vivir de algo que le apasiona, como el arte?

Es muy difícil. Se vive a golpes. Me ha ayudado mucho Guardo y la luz que me ha dado mi vida allí. Siempre estaré agradecido a Sabino, que me hizo una exposición cuando yo tenía 8 o 9 años y los vendí todos a los vecinos.

¿Tiene ganas de hacer una exposición en Guardo?

Me encantaría hacer una exposición en la nueva sala de exposiciones del nuevo Ayuntamiento. Sería algo que me encantaría, hacer una exposición desde el principio de mi carrera para inaugurar la sala de exposiciones.

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