Una celebración atípica en el Brezo pero grande en la fe
Palencia. La pandemia impide la procesión y la ofrenda floral tan asociadas a la Virgen del Brezo para la comarca de la Peña y toda la Montaña Palentina
JOSE CARLOS DIEZ / SANTIBÁÑEZ DE LA PEÑA
La Virgen del Brezo volvió a ser ayer objeto de veneración de los fieles de la comarca de la Peña y de toda la Montaña Palentina y parte de Cantabria, donde la fe a esta imagen mariana es notable. Debido a la incidencia de la pandemia de coronavirus, también en esta popular festividad se han anulado todos los actos asociados a la romería, por lo que se celebraron únicamente los actos religiosos. Así, la programación ha quedado este año en manos de la Iglesia y la Cofradía de la Virgen del Brezo y la limitación de la afluencia de público fue coordinada por la Guardia Civil.
Numerosos efectivos de la Guardia Civil se desplazaron hasta el santuario, donde se encargaron de ordenar el tráfico y garantizar que se cumpliesen las medidas de afluencia y aforo fijadas para los diferentes actos litúrgicos.
Donde en años anteriores se contaban los asistentes por miles y las colas eran interminables, el mal tiempo y la pandemia hicieron que en esta ocasión fueran solamente decenas los que se acercaron, en un mínimo goteo de fieles.
La misa más numerosa, completando el aforo del santuario, aunque no de los asientos dispuestos en el exterior del templo, fue la que presidió el obispo de Palencia, Manuel Herrero, que tuvo lugar a las 11:30 horas y en la que el prelado palentino comenzó asegurando que este es «un año de celebración muy atípico, pero grande en la fe».
Ante lo pequeño del templo, que habitualmente en esta ocasión acoge a los fieles en la ladera de la montaña –mientras que el altar exterior acoge a los sacerdotes celebrantes–, este año se redujo el aforo hasta tal punto que la misa tuvo que ser seguida desde el exterior del templo, donde se habían dispuesto unas sillas que no se llenaron, y desde la capilla de la Virgen del Mar, que fue habilitada para la ocasión.