Paseo por el arte y la historia en Guardo
Una visita guiada por la iglesia de San Juan descubre a los asistentes la pila bautismal y el retablo, además de tumbas y reliquias desconocidas
JOSE CARLOS DIEZ / GUARDO
La Iglesia de San Juan ha ofrecido este sábado una jornada de puertas abiertas, que ha permitido a decenas de asistentes conocer la historia eclesiástica y civil de Guardo y los comienzos del templo, a través de la visita guiada por el delegado de Patrimonio de la Diócesis de Palencia, José Luis Calvo, y el párroco, Isaac Gento.
Un tallado tosco, pero variado
La pila bautismal mereció una atención especial durante la visita. Es una pieza de tosco tallado, pero cuyo verdadero valor está en la variedad de detalles. Así, en el contorno de esta joya del románico guardense se puede ver el pecado original del que libera el bautismo, el tetramorfos (la representación de los cuatro evangelistas, a través de figuras de animales), un martirio y el símbolo de Sagitario.
La pieza románica se utilizó para los bautismos por inmersión, cuando se sumergía al bebé tres veces en el agua
Así, citando el Becerro de Behetrías, del siglo XIV, se ha dado a conocer a los guardenses que en la villa existían dos parroquias, una en honor a San Juan, en el actual emplazamiento y que evidencia la antigüedad de esta iglesia, y otra en honor a Santa María, situada junto a la fortaleza, en los terrenos en los que posteriormente se asentaría el antiguo cementerio de la localidad, en una loma cercana. Una época en la que Guardo contaba con 10 eclesiásticos para ambas parroquias.
El hilo conductor de la historia ha sido la pila bautismal románica. Si bien es cierto que siempre ha estado en el templo -del que solo ha salido para la exposición de Edades del Hombre de Palencia en 1999-, también lo es que ha cambiado su ubicación en varias ocasiones, ya que ha estado en el centro del templo, así como en la nave del Evangelio.
Es este un tesoro que se utilizó para los primeros bautismos por inmersión, indicó Calvo. Un ritual en el que el bebé era sumergido tres veces en la pila bautismal. Esto provocó quejas debido a que se podía confundir a los católicos con los arrianos, por lo que la inmersión fue derogada en el Concilio de Toledo.
El delegado de Patrimonio ha situado a Guardo en el contexto administrativo de la iglesia en aquel momento. Mientras que los pueblos de alrededor, pertenecían al Obispado de León,Guardo no; siempre perteneció a la Diócesis de Palencia. Y era parte del Arciprestazgo de Castrejón y el Arcedianato de Carrión.
La tumba vacía de un arzobispo
Una historia religiosa que viene de largo y en la que también cobró gran importancia el mayor religioso que ha tenido la localidad, Francisco Díaz Santos Bullón, nacido en Guardo el 4 de diciembre de 1687. Comenzó sus estudios en Salamanca y Oviedo, donde fue colegial y desde donde ascendió a canónigo de la Colegiata de San Miguel de Aguilar de Campoo, para pasar a ser obispo de Sigüenza (Guadalajara), obispo de Barcelona (en aquella época aún no era Arzobispado como ahora) y arzobispo de Burgos, donde falleció, por lo que está enterrado en la capital burgalesa. Este importante eclesiástico también ejerció como gobernador del Consejo de Castilla.
La Iglesia de San Juan guarda dos tesoros relacionados con este personaje. Un lienzo en el que se aprecia al eclesiástico y que permite que su imagen haya llegado hasta nuestros días y su tumba, aunque vacía, en la que el religioso debía haber previsto reposar. Aún así, su lápida cuenta su historia y la capilla aún conserva sus escudos, tanto de eclesiástico como de obispo.
Retablo de San Antonio
La explicación ha continuado después por el retablo de San Antonio, elaborado por Francisco de Sierra, un imaginero de Medina de Rioseco, que por aquella época pertenecía a la diócesis de Palencia. El retablo se conserva en excelentes condiciones aunque el niño no es original y se nota por su desproporcionado tamaño. Una joya del barroco con clara influencia de Gregorio Fernández, que plasma al santo con su hábito de franciscano y en el que se observa una exaltación de San Francisco de Asís y de San Buenaventura.
En la parte inferior dispone de un sagrario con un pelícano labrado, un animal que en la mitología picaba para alimentar a sus crías con sangre, una alusión a la sangre de Cristo. A ambos lados se sitúan dos relicarios, en cuyas puertas se observan las imágenes de San Pablo y San Pedro, por lo que se sabe que la capilla en la que se ubicaba habría tenido su propio culto, al igual que la de los santos Bullón, que disponía, incluso, de su propio capellán, no sometido al párroco.
En la exposición se ha dedicado un apartado al retablo de la iglesia, en absoluto el original, que fue vendido en el siglo XX y sustituido por un Cristo Crucificado que los guardenses nunca han sentido como suyo. «Ya se comentaba cuando éramos pequeños que habían estropeado la iglesia quitando el antiguo retablo», ha comentado una de las asistentes a la visita guiada.
Hoy en día, la iglesia de San Juan cuenta con parte del antiguo retablo de la iglesia de San Juan de Paredes de Nava, que fue partido y repartido.
El antebrazo de Santa Columba
En el recorrido, se ha hecho un repaso por las naves de la iglesia, con explicaciones sobre las bóvedas, cuyos nervios terminan en rosetones con diferentes formas, como rosas de ocho pétalos, estrellas, cruces, tanto nazarenas como templarias, e incluso, una bóveda dedicada a la Pasión de Cristo, conocida como Arma Christi.
Las cruces templarias han conducido la visita hacia una tumba de la que casi ningún guardense se había percatado, situada junto a los bancos que hoy ocupa el coro. Es la tumba de un caballero templario cuya identidad se desconoce por las continuas subidas de cota del suelo de la iglesia, que previsiblemente han ocultado las inscripciones del enterramiento.
El recorrido se han mostrado a los visitantes las reliquias de Santa Columba de Córdoba que se guardan en la Iglesia de San Juan. Un hueso del antebrazo de la santa cuya existencia ha sido prácticamente desconocida en la localidad.
Todo un patrimonio que se vio mermado en 1870 al sufrir un robo en el que varias piezas desaparecieron y de las que no se ha vuelto a tener constancia.
La iglesia de San Juan, cuyos orígenes son románicos, como demuestran los muros de su portalón y que pasó por ser un templo protogótico hasta llegar a lo que hoy se conoce, podría apodarse, de forma similar a la catedral de Palencia, «la bella desconocida de Guardo».
Un tallado tosco, pero variado
La pila bautismal mereció una atención especial durante la visita. Es una pieza de tosco tallado, pero cuyo verdadero valor está en la variedad de detalles. Así, en el contorno de esta joya del románico guardense se puede ver el pecado original del que libera el bautismo, el tetramorfos (la representación de los cuatro evangelistas, a través de figuras de animales), un martirio y el símbolo de Sagitario.
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