Un jamón como la copa de un pino
Un rumano asentado en Velilla logra el premio al alcanzar la cima del árbol
JOSE CARLOS DIEZ / VELILLA
La pinada del mayo, una tradicional fiesta de Velilla, ha sido recuperada tras once años de parón, después de que un accidente en el año 2000, con dos heridos al caerles el árbol encima, provocara la suspensión. Pero el sábado, a primera hora de la mañana, siete mozos se reunían para ir al monte, cerca de la zona del vivero, para ir a buscar el mejor ejemplar de pino, recto, robusto y sano para poder prepararlo para su pinada en la Reana por la tarde.
Después de una intensa búsqueda, cuando los mozos, a los que se fue uniendo alguno más a lo largo de la mañana, eligieron el ejemplar a talar, salieron a relucir las hachas y las motosierras, con las que el árbol fue condenado y sentenciado. Con mucho tiento y bajo la observación de la Guardia Civil, los mozos procedieron al corte de un pino hermoso en tamaño.
Una vez en el suelo y cortadas ya las ramas, el concejal de Velilla Pablo Abad midió el pino, que dio unos veinte metros de subida, un ejemplar no de los más grandes pero que ya suponía un reto para los que quisieran izarlo por la tarde.
El cielo no se mostró muy amable con la fiesta, ya que a mediodía un gran aguacero impidió que la comida pudiese hacerse en el monte. Los mozos tuvieron entonces que bajar al local de las amas de casa, donde pudieron reponer fuerzas bajo techo.
A primera hora de la tarde, se llevó el mayo a la zona de Areños, donde se preparó y adornó por parte de las mujeres, con rosquillas, como con flores de papel, cuidadosamente elaboradas, además de lazos blancos y azules –los colores de la bandera de Velilla, que también fue colocada en el tronco–. Tras esta preparación, los dulzaineros acompañaron a la alegría que mostraba el pueblo por la recuperación de esta fiesta.
Tras pasar el puente sobre el Carrión, el mayo enfiló la Calle Mayor hasta llegar a la Plaza Mayor, donde pudo ser contemplado frente a la iglesia y la Casa Consistorial. Desde allí, nuevamente por la Calle Mayor, salió camino del entorno de la Reana, donde ya estaba preparado el hoyo para su pinada.
Un camino corto, pero que a los mozos, ansiosos por levantar el árbol, se les hizo eterno. Llegados a la Reana, los más mayores daban algún consejo de cómo los jóvenes debían colocar las tablas para que el pino no se anclase en la tierra de los bordes. Un boquete de más de dos metros de profundidad sirvió para asegurar correctamente el tronco.
Esfuerzo bajo el aguacero
Una meticulosa preparación de las cuerdas precedió a la colocación de los mozos en las sogas, por supuesto, no sin antes colocar en lo alto del pino el máximo galardón para el que consiguiese subirlo, que era un jamón. Con algo de esfuerzo y, sobre todo, mucha técnica, los mozos pinaron el árbol bajo un gran aguacero, que no desanimó ni a los integrantes de la coral, que estuvieron continuamente cantando a su fiesta.
Con ayuda de una pala retro excavadora vertieron la tierra que rellenó el hueco excavado en el terreno para asentar el árbol, que asegurarían con tres contrafuertes en la base.
Una vez pinado y tras el aplauso del numeroso público que acudió a la Reana, fueron varios los que lo intentaron, aunque cabe destacar la valentía del primero, Sergio Pérez, que aunque no lo consiguió, se esforzó por llegar a lo más alto.
También lo intentaría, entre otros, Isaac Carcaboso, aunque no fue posible alcanzar la cumbre hasta que se decidió Florín, un hombre de nacionalidad rumana que trabaja en Velilla de albañil construyendo una casa y a quien correspondió el jamón y el honor de cumplir con la tradición, que se remonta a hace muchas décadas.