Guardo

Trabajando desde los 12 años

Guardo homenajea a Julia Alvarez del Collado tras una sacrificada vida al quedarse viuda joven y con cinco hijos

JOSE CARLOS DIEZ / GUARDO

El Ayuntamiento de Guardo, a través de la Concejalía de Servicios Sociales y Mujer, rindió ayer un homenaje a Julia Álvarez del Collado por una vida dedicada al trabajo, en la que ha sacado adelante a sus hijos gracias a su valentía y su atrevimiento para encontrar una fuente de ingresos.
«Estoy muy agradecida a todas las mujeres que me han elegido, pero somos muchas las mujeres que hemos estado en la misma situación. Los mineros no tenían las mismas atenciones ni los mismos cuidados que ahora, por lo que morían muy jóvenes, como mi marido, que falleció con 41 años», destacó ayer antes del homenaje.

La entrega al trabajo de Julia Álvarez del Collado comienza muy pronto, a los 12 años, cuando sirvió a una señora a la que tenía que llevar agua a casa en tiempos de la Guerra. A los 14 años emigró a Saldaña, donde comenzó a ganar algo más de dinero, «tres duros al mes ganaba yo allí haciendo las labores de una casa de tres pisos», destaca recordando sus primeros años.

Pronto marcharía a Madrid, donde su sueldo se multiplicó por cuatro. Sus labores también le llevaron a la casa donde sirvió su madre en Santander, hasta que contrajo matrimonio a los 22 años. Pero desafortunadamente el matrimonio duró poco, ya que enviudó con 39 años. En aquel momento, se le vino el mundo encima, aunque se impuso la máxima que sus padres le habían enseñado: el trabajo. Su valentía le hizo coger a sus cinco hijos –tres niñas y dos niños– e irse con ellos a Francia. Allí desempeñó el trabajo de limpiadora en la Jefatura General de la Policía durante tres años.

Al regresar a España por primera vez, lo que más recuerda es su llegada a Guardo. «Cuando venía por la carretera de Palencia, pasado Mantinos, empecé a ver las luces de Explosivos. Me eché a llorar como una magdalena».

A su vuelta a España, trabajó en un cámping, en el sector de la hostelería en León y en Gerona, y en la piscina de Guardo, hasta que el Ayuntamiento le concedió la explotación de La Arboleda, el recinto de ocio y el restaurante en la zona de San Miguel. «Allí fui feliz. Es algo que siempre tendré que agradecer al Ayuntamiento. Venían familias enteras y cuando estuvo en la alcaldía Carlos Rojo venía con los concejales de su equipo una o dos veces por semana a cenar», recuerda.

Lo que también recuerda con cariño, sobre todo su hijo, son los esfuerzos de su madre, por darles estudios. «Siempre intentó buscarnos becas para poder estudiar o meternos en colegios religiosos para que nos dieran una formación», señala su hijo Luis Miguel.

Esta mujer, de 87 años –hará los 88 el 19 de octubre– dejó de trabajar hace solo quince años, con 73, tras la muerte de uno de sus hijos. «El dolor ya no me dejaba seguir y decidí dejarlo», recuerda casi con las lágrimas en los ojos.

Tampoco le faltan palabras de agradecimiento para su nuera Gloria, «que tanto me ha ayudado», además de para sus cinco hijos –Conchi, Eugenio (fallecido), María Julia, Blanca y Luismi, que comparte el día a día con ella–. Entre todos, le han hecho abuela de once nietos naturales y dos adoptados «una chinita y un francés», dice con cariño de los trece, además de bisabuela de cinco biznietos, una ya de 18 años.

Una familia en la que los valores del trabajo se heredan de generación en generación, algo que se demuestra con la gran empresa de transportes fundada por su hermano Eugenio Álvarez del Collado.

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