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EN TRES MINUTOS «Llevo catorce años sin moverme del lado de mi mujer»

Emeterio Gómez Fernández Cuidador de una enferma de alzheimer

JOSE CARLOS DIEZ / GUARDO

Emeterio es uno de los muchos familiares que cuidan de una persona afectada por el alzheimer. En su caso, es su mujer la que padece la enfermedad desde hace catorce años, y él, con sus 84 años, es su cuidador. Cuida a diario a su mujer, Ángeles, de 87 años, lo que requiere de una gran dedicación y de mucho esfuerzo, pero a Emeterio no se le borra la sonrisa.

-¿Cómo es su vida diaria?

-Me paso el día al lado de mi mujer, atendiéndola, porque ha sido una mujer muy buena y ahora se merece un trato como el que ella ha dispensado a los demás. Mi vida se terminó en el momento en el que empezó su enfermedad, ya que desde hace catorce años no he podido moverme de su lado. Pero siento que es mi obligación.

-¿Qué es lo peor de una enfermedad como el alzheimer?

-Las dos peores enfermedades son el alzheimer y el cáncer. Ambas son criminales, lo que pasa que el cáncer es más corto. El alzheimer es una enfermedad muy larga.

-Además de larga, una enfermedad en la que se va notando cómo el enfermo se deteriora…

-Sí, mi mujer ya no conoce a nadie más que a mi, y porque estoy todo el día a su lado. Cuando le doy algún abrazo, me aprieta la mano, pero cuando sube el hijo es como que no viniese nadie, es penoso.

-¿Cuenta con ayuda?

-En eso estoy muy contento, cuento con servicio de ayuda a domicilio y me ayudan con ella y la cuidan muy bien.

-¿Tiene relación con la asociación de familiares de Guardo?

-Por supuesto, soy socio y he sido usuario. Creo que es una labor muy buena la que hacen, y por eso creo que es imprescindible ayudarles y contar también con su ayuda. Muchas veces no puedo ir, pero si hay una cena, pago para colaborar aunque no vaya.

-¿Es una enfermedad que hay que ocultar?

-No hay que ocultarla, hay que decirla tal y como es. Es imprescindible que la gente conozca todos los casos, porque puede ser que un día el enfermo se escape y se pierda. A mi me ha pasado con mi mujer, incluso tenerla de la mano, pagar en un supermercado y, en el tiempo de pagar, escaparse de mi lado.

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