Los preparativos de una familia
Los cofrades del Nazareno y del Santo Sepulcro se desviven para que hoy todo esté a punto
JOSE CARLOS DIEZ / GUARDO
Seve y Rubén son padre e hijo, y, ambos son a su vez hermanos de la cofradía Nuestro Padre Jesús Nazareno y del Santo Sepulcro. En estos días, en su casa solo se respira, se escucha y se siente la Semana Santa. Porque ellos no son cofrades normales, sino que son miembros fundadores de esta joven cofradía, fundada en 1999. Rubén era bastante joven entonces, pero lleva la tradición en la sangre, ya que su padre se ponía debajo de las imágenes desde bien joven.
Después de varios años, ambos han ascendido en la jerarquía de la cofradía y Seve es el ‘seise’ del paso del Nazareno y Rubén, el jefe de la Banda de Cornetas y Tambores, después de que también ocupase el cargo de jefe de tambores.
Ahora se afanan en preparar el arranque de las procesiones en las que participará la cofradía, la primera de ellas esta noche, en el Prendimiento, una procesión propia, de la que son titulares.
Además, es una de las procesiones más emotivas, sobre todo porque es una de las más silenciosas de la Semana Santa guardense. Silencio que solo se ve roto por el toque de corneta que da Rubén a su banda para que se ponga en camino hacia la Iglesia de San Juan.
Cuando la comitiva llega, uno de los cofrades sale del desfile y golpea la puerta del templo. «¿A quién buscáis?», se oye desde dentro, mientras que decenas de cofrades, con el capillo en la cabeza responden «¡a Jesús, el Nazareno!». «Yo soy», vuelve a oirse, mientras se abren las puertas y aparece, en el interior de la Iglesia, el Cristo atado a la columna, que sale a la plaza. Allí, de nuevo Rubén, toca el silencio. A modo de Judas, otro cofrade se acerca a besar la imagen. En este caso, es Seve quien representa este difícil papel, que condenó a Jesús a morir en la Cruz.
El público siempre mantiene un respetuoso silencio que solo se rompe, en este momento, con la voz del ‘seise’ del paso, que únicamente pronuncia «¡arriba!», a lo que los braceros responden subiendo a hombros la imagen. El redoble de tambores no se hace esperar y la procesión comienza.
Pero una procesión no se organiza sola, y lo que la gente ve es el fruto de mucho esfuerzo y de muchas horas de trabajo y preparación que respaldan el buen hacer de todas las cofradías. En el caso de los nazarenos, hay varias etapas en la preparación de un buen desfile, como el ensayo de la música o la puesta a punto de las andas e imágenes con las que procesionarán.
En el caso de la banda, en septiembre, ya comienza a ensayar para que en Semana Santa sus cornetas suenen tan bien o mejor que el año pasado, intentando sacar nuevas marchas, nuevas melodías que den un toque musical al desfile de los pasos.
Llueva, nieve o haga calor o frío, los miembros de la banda se reúnen en sus locales de ensayo y, cuando se acerca la época procesional, se echan a la calle para desfilar, formar, dar curvas y ensayar cada detalle de sus desfiles. La banda está formada por 19 cornetas, 10 tambores, un fliscorno y un bombo, pero aún así continúa necesita más componentes, al igual que la cofradía. La banda facilita la compra de los instrumentos para que la entrada no resulte un desembolso importante de golpe y que el instrumento pueda pagarse más adelante.
Un duro compromiso
«Es muy importante comprometerse y tomárselo en serio», comenta Rubén sobre el esfuerzo que supone pertenecer a la banda, «pero merece la pena, porque somos una gran familia, nos lo pasamos bien, hacemos cenas y disfrutamos de cada ensayo, porque hay muy buen ambiente entre todos».
Pero también es importante la labor de los hermanos cofrades, que durante días tienen que comprobar si todos los detalles de los pasos están bien, comprobar que los ropajes estén en buenas condiciones, las andas preparadas y las luces y baterías dispuestas para su salida a la calle. De esto sabe bastante Seve, que siempre ha sido devoto del Nazareno, al igual que su hijo, y ya de joven pujaba en la subasta de los santos que Mamerto hacía cada año en la escalinata de la iglesia de San Juan. «Entonces, la entrada del cine costaba 5 pesetas y se llegaba a pujar más de 100 por llevar una imagen entre 4 personas», rememora Seve, que ayer se pasó toda la tarde en la iglesia poniendo a punto el paso del ‘atado’ para que todo estuviese en perfectas condiciones para esta noche. «Solo queda que vengan los de la floristería Magnolia, también hermanos de la cofradía y lo adornen con las flores», comentaba al final de la tarde, orgulloso de su trabajo.
Su labor parece fácil, pero también entraña una gran responsabilidad, pues de sus golpes depende que una imagen vaya al paso o no, y de que los braceros no sufran ninguna lesión. Y es que, como ‘seise’ de un paso, debe indicar el pie con el que deben salir, iniciar la marcha, pararla y organizar a los braceros.
Seve pide también a los guardenses que pujen por algún santo, «porque el miércoles y el jueves somos suficientes, pero cuando el viernes sacamos dos imágenes, los braceros se nos quedan escasos», comenta mientras anima, «porque se siente una satisfacción enorme después de terminar una procesión debajo de un paso».