Guardo

Ruegos a Santa Bárbara

José Andrés Burón recuerda el encierro que ha convertido este año en uno de los más duros para el sector minero

JOSE CARLOS DIEZ / GUARDO

Este año ha sido, sin duda, uno de los más duros para el sector minero, porque los trabajadores no olvidan el encierro que el pasado mes de septiembre llevaron a cabo medio centenar de trabajadores en el pozo Las Cuevas que la empresa Unión Minera del Norte (Uminsa) tiene en Velilla del Río Carrión.
José Andrés Burón fue uno de esos mineros que el día 2 no salieron del pozo después de su jornada laboral, por quedarse a reivindicar algo a lo que tienen derecho, un futuro para el sector. Lleva más de 22 años trabajando en la mina, y le faltaban menos de dos semanas por aquel entonces para su prejubilación, pero vivía con incertidumbre el futuro del sector minero en las cuencas asturiana, leonesa y palentina.
Como cada día, y a la vez que sus compañeros, entró a trabajar a las seis de la mañana, sin saber que ese día no iba a volver a salir de allí. Puntual, ocupó su puesto como vigilante, encargado de sus compañeros.
Había comenzado un día más a trabajar con esa incertidumbre. No sabía si al salir de la mina, el Gobierno ya habría aprobado el real decreto que obligaría a las centrales térmicas a consumir el carbón nacional que todos los días las minas de la comarca sacan de su interior y que llevan más de un año almacenando en los exteriores y en una enorme montaña en el centro de Guardo, que ya supera la altura de muchos edificios de cinco plantas.
Después de toda su jornada, los mineros, incluido Burón, se reunieron en la salida de la galería y decidieron que no iban a salir del pozo. Una dura decisión que desobedecía las recomendaciones de los sindicatos, pero que respondían al cansancio por la incertidumbre del sector. «Estábamos cansados ya. Llevábamos dos meses sin cobrar y había que hacer algo de inmediato. Yo tenía el futuro resuelto, pero ¿qué iba a ser de los compañeros que se quedaban aquí? No sabíamos si la minería iba a continuar, por ello lo decidimos. No consultamos con nadie, fue una decisión nuestra», recuerda Burón.

La salud empeora

Los días pasaban y la situación en el interior de la mina era cada vez más insostenible. La salud de los cincuenta mineros encerrados comenzaba a empeorar, al igual que los ánimos. Entonces el médico entraba a la mina, junto con el ingeniero, con malas noticias. La madre de uno de los mineros había sufrido un infarto y se recuperaba de él en el hospital de Palencia. Mientras tanto, la presión arterial de Burón no dejaba de subir y, ante el inminente riesgo de infarto, el médico de la mutua, David Cochón, aconsejaba al encargado que abandonase la galería. «Soy hipertenso, pero seguí tomando mi medicación. El médico me tomó la tensión y me dijo que en la mina no podía estar», relata Burón a la vez que recuerda lo duro del momento en el que abandonó la galería.
No era muy partidario, pero sus compañeros le apoyaron y le animaron a que saliese vivo de la galería. «Mis compañeros entendieron que lo primero era yo y me apoyaron para que saliese a recuperarme. Nunca les abandoné, porque cada día bajaba a verles, en contra de las recomendaciones del médico», destaca Burón, quien cada día permanecía en el exterior de la mina, con el casco puesto, esperando cualquier plaza libre en uno de los coches que bajaban al pozo para colarse en el interior. «Salí con la desazón de no haber podido estar con los compañeros hasta el final, pero ellos me dieron mucho apoyo, me dijeron que no había problema», añade.
Mientras tanto, el resto de los mineros se conformaban con ver las fotos que sus compañeros del exterior les hacía llegar hasta el interior de la mina, junto con dibujos de sus hijos y cartas de los alcaldes de los muchos municipios que apoyaron la reivindicación, como Guardo, Velilla, Santibáñez de la Peña y Castrejón de la Peña, entre otros.
Los días se sucedían y los achaques en el resto de compañeros también. El encierro empieza a hacer mella en los mineros. Los problemas respiratorios, la silicosis que sufren varios de ellos, comienzan a afectarles y es que, un 80% de humedad y una temperatura media de 16 grados resultan unas condiciones extremas.
Mientras tanto, en el exterior se gestan las concentraciones. Las mujeres de los mineros y sus compañeros convocan una manifestación en la puerta de la mina, hasta donde acuden más de 200 personas. Pocos días después, le llega el turno a Guardo, donde la respuesta fue la esperada. Más de 3.000 personas acompañaron a los mineros en sus peticiones.
Las mujeres de los encerrados también demostraron su valentía. Primero ante la sede de la Subdelegación del Gobierno. Después, colándose en el Ministerio de Industria, donde nadie pudo impedir que, ataviadas con el traje de minero, mostrasen las fotos de sus familiares.
Las visitas seguían en lista. Alcaldes y concejales de la comarca, representantes sindicales, miembros de las directivas de los partidos políticos. Pero los mineros no se conformaban, querían soluciones. Los compañeros que disfrutaban de sus vacaciones iban encerrándose en la mina a la vez que se reincorporaban a su puesto de trabajo.
Otros tantos mineros de exterior comienzan los cortes de carreteras. La autovía del Camino de Santiago, y la Autovía de la Meseta, son los escenarios de sus apariciones. Los mineros esperaban una solución para poder salir de su encierro y poder volver a ver a su familia, a los que echaban muchísimo de menos. La moral se hundía, no así los ánimos por permanecer encerrados hasta conseguir un futuro seguro para el sector.
Así estaba la situación en Velilla. Los mineros sólo se hacían una pregunta: ¿habrá alguien que finalmente se decida a poner las cosas claras y nos saquen de aquí?.
Finalmente, un emotivo 29 de septiembre, los 52 mineros salían esperanzados, pues el real decreto para el consumo de carbón nacional se había firmado. Pero la situación no difiere mucho de entonces. Una central térmica que se pone en marcha por cinco días, un decreto paralizado y un futuro incierto aún para el sector. Además, desde entonces, también se ha puesto en marcha un ERE que ha afectado a la mayor parte de los trabajadores de exterior.
Los mineros, que cuando salieron de la mina pusieron sus velas frente a Santa Bárbara, volvieron ayer a rogar a la Santa para que interceda por el sector y les otorgue un futuro digno.

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