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EN TRES MINUTOS «De pequeño me subía a la trébede y bailaba con la sombra del candil»

Casimiro Redondo Santos Ganador de 113 concursos de jotas

JOSE CARLOS DIEZ / GUARDO

A sus casi 93 años, que cumplirá el próximo miércoles día 11, Casimiro lleva más de un centenar de concursos de jota ganados, aunque su verdadera vocación siempre ha sido aprender y ha dedicado su vida a la enseñanza como maestro. Nació en Alba de los Cardaños en 1917 y ha llevado desde entonces una dura vida dedicada al trabajo en el campo, la enseñanza y el aprendizaje. En 1940 se diplomó, y, tras pasar por Dueñas, halló su lugar en el barrio del Ave María de Palencia, donde pasó 40 años más.

-¿Cómo comenzó su afición al baile?

-De pequeño me subía a la trébede de la cocina y bailaba con la sombra del candil de aceite. Como era difícil saber para dónde iría la sombra, resultaba muy fácil aprender a improvisar.

-¿Qué recuerda de sus primeros bailes?

-Empecé a ir a las fiestas a los 14 años. Tengo que reconocer que nunca me dieron calabazas las mozas, porque por aquel entonces ya bailaba bastante bien. Me acuerdo mucho del primer concurso de baile. Fue por los años cuarenta, cuando se empezaron a dar premios por los bailes. Por aquel entonces, gané veinte duros, que cedí a la bailadora que me concedió el baile.

-Más de cien concursos de jota… ¿Dónde los ha ganado?

-Sobre todo han sido en la provincia. En total, han sido 113 los concursos que he ganado. En Cardaño, Velilla del Río Carrión, Puente Agudín, Camporredondo de Alba, Dueñas y Paredes de Nava, que recuerde ahora mismo, pero también he ganado alguno fuera, como en Santander.

-¿Recuerda alguna anécdota?

-Recuerdo con mucho cariño el concurso de jotas más duro en el que he participado. Fue en un pequeño pueblo de Cantabria, en 1949, en el que también gané. Por aquel entonces, allí competín vascos y cántabros y no podía ofrecer nada nuevo. Sobre la marcha improvisé un nuevo paso, doble, con el que conseguimos ganar. De aquellas 750 pesetas que gané, la mitad se las dí a la bailadora y la otra mitad al jurado por haber sabido valorarlo. La copa también se la quedó la compañera.

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