Guardo

Isabel Lora Caro Premio a la Mujer Trabajadora de Guardo «Las mujeres tienen cada vez más oportunidades en el mercado laboral»

Isabel Lora Caro, una sevillana afincada en la villa, recogerá mañana en la localidad norteña el Premio a la Mujer Trabajadora

JOSE CARLOS DIEZ / GUARDO.

A los 11 años, cuando cualquier niño de esa edad sólo piensa ahora en estudiar y en divertirse, Isabel Lora Caro tuvo que ponerse a trabajar para ayudar a su familia. Nacida en la localidad sevillana de Fuentes de Andalucía, Isabel se afincó hace medio siglo en Guardo con su marido y tres hijos, aunque posteriormente aumentó la familia con otros dos vástagos. El Ayuntamiento de la localidad norteña le reconocerá mañana, a los 88 años, su dura vida de trabajo con el Premio a la Mujer Trabajadora.

-¿Qué significado tiene este galardón para usted?

-Estoy muy ilusionada, aunque me tiemblan las piernas de los nervios.

-¿Cómo empezó a trabajar tan joven?

-Mi padre no ganaba el suficiente dinero para mantenernos a todos, así que me puse a trabajar en lo que más me gustaba, la costura. Cuando no había trabajo de costurera, me dedicaba a la siembra y recogida de patatas o a coger aceitunas.

-¿Cuales han sido sus trabajos más destacados?

-Comencé confeccionando ropa de mujer para terminar después cosiendo pantalones en casa de un sastre. También he recogido aceitunas, maíz, patatas, remolacha, algodón -que para ganar 2 pesetas había que llenar una saca entera- y pimientos, y estuve además nueve años limpiando una farmacia y una fábrica de vegetal. Durante la Guerra Civil, también escribí cartas, por las que cobraba 2 reales a los novios y un real a los hijos.

-¿Cómo llegó a Guardo?

-Me casé a los 25 años con Manuel Fernández González, un hombre del campo de 28 años. Hace 9 años que murió, era un cacho de pan… Por entonces, mucha gente de Andalucía vino a trabajar a la mina. Cuando llegamos aquí, al pasar de ver los pueblos blancos andaluces, a Guardo, que era tan negro, le dije a mi marido: «¿pero Manuel, dónde me has traído?».

-¿Qué recuerda de aquella época?

-Recuerdo la llegada a Guardo. Después de más de un día de viaje, en el que tuve que ir de Sevilla a Madrid, de Madrid a León y de León a Guardo en el tren de La Robla. En la estación, me esperaban unos amigos, con un carro para las bolsas. No me hizo falta nada, porque traía tres hijos y sólo una bolsa. También me acuerdo del frío que pasamos al principio. Han cambiado mucho las cosas desde entonces…

-¿Alguna anécdota?

-Cuando llegué a Guardo no tenía máquina para coser los pantalones. Tenía que ir a coser a casa de una señora y, claro, tenía que ser por el día. Me pasaba la noche en vela cortando las piezas para, al día siguiente, poder ir a coserlas. Me costaba hacer un pantalón cerca de dos días. Afortunadamente, un tiempo después me pude comprar una máquina que me costó 1.900 pesetas, y conseguí hacerlo gracias a que me dejaron pagarla a plazos, a 10 pesetas el mes.

-¿Qué opina sobre el papel de la mujer en el mundo laboral actual?

-Después de haber pasado por todos estos trabajos, te das cuenta de que las mujeres tienen cada vez más oportunidades en el mundo laboral y que, además, el trabajo se va haciendo cada vez más fácil.

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