Guardo

Prejubilados a los 40

Los planes de reordenación del carbón han dado de baja a más de trescientos trabajadores de la minería en diez años

JOSE CARLOS DIEZ / GUARDO

La minería afronta la crisis con las sucesivas reconversiones de hace veinte años y con los planes del carbón, que en los últimos diez años han prejubilado a más de trescientos trabajadores de la cuenca palentina. Jubilaciones anticipadas que a muchos les han pillado con poco más de 40 años y que les han separado de la actividad laboral a una edad temprana, por lo que ahora es preciso rentabilizar al máximo el inmenso tiempo libre de que disfrutan para no caer en la depresión.
«Lo peor que le ha podido pasar a la minería de esta zona son las prejubilaciones, que han provocado que cada uno sólo mire por sí mismo y no se mueva para luchar por sus compañeros porque le quedan unos meses para dejar el tajo», indican no pocos mineros prejubilados de la comarca, que también afirman que, aunque su vida ha cambiado «a mejor», el hecho de que en la mina se pierda el espíritu reivindicativo es uno de los mayores males del sector.
Las vidas de estos trabajadores mineros que ya han sido prejubilados a sus 40 años han dado un giro completo tras dejar la minería, ya que ahora se sienten más libres y no tienen ningún tipo de responsabilidad laboral.
Una gran parte afirman no sentirse agobiados por la gran cantidad de tiempo libre de que disponen. «A mí me faltan horas del día para hacer todo lo que quiero. Me estoy haciendo una casita en Taranilla (León), e invierto el tiempo con mi familia», indica Evaristo Pablos, de 45 años, vigilante prejubilado desde hace tres.
Algo parecido le ocurre a Antonio Iglesias, un minero de la localidad de Velilla del Río Carrión de 44 años que lleva tres anualidades prejubilado. «Yo ahora soy feliz en mi huerto y con mis gallinas. Tengo tiempo para ir un rato al bar con los amigos a jugar la partida», señala Antonio con gran satisfacción.
A José Luis Garrido, de 45 años, su prejubilación de la minería, que se materializó hace cinco años, le ha servido para invertir más tiempo con sus hijos, aunque como sus compañeros echa de menos aquellos años en el tajo. la dureza de la profesión y el sacrificio laboral de tantos compañeros.
Pero las prejubilaciones, que en muchos aspectos han perjudicado al sector, tienen una parte positiva, en el sentido de que los más veteranos pueden abandonar pronto una profesión muy arriesgada, con un elevado índice de siniestralidad que obliga a los trabajadores a vencer continuamente el nerviosismo, lo que también produce un desgaste físico y emocional muy fuerte.
Sin ir más lejos, Evaristo Pablos, que ocupó el puesto de vigilante, señala sin rubor que «yo trabajaba más en la cama pensando en lo que iba a hacer el día siguiente que en el propio puesto de trabajo», según dice.
Los tres no ocultan que las mejoras en los puestos de trabajo de la mina han sido considerables en los últimos años. José Luis Garrido todavía llegó a tiempo de ver a las mulas sacando el carbón del pozo, e incluso utilizó las viejas lámparas de carburo.
Las condiciones laborales llegaron a su mejor momento cuando se consiguió la jornada de siete horas y se eliminó el trabajo de los sábados, aunque al iniciarse la etapa de las prejubilaciones algunos mineros optaron por aumentar su jornada para incrementar así su pensión de jubilación.
Pero las prejubilaciones han ido paralelas al ocaso del trabajo minero, un sector que ha proporcionado riqueza y empleo a la zona norte de la provincia, la misma que ahora se ve abocada a la despoblación al no haberse conseguido una alternativa al carbón.
Los prejubilados como Antonio Iglesias se atreven a dar un consejo claro a los que siguen en el tajo y a los que quieren incorporarse. «Los jóvenes tienen la oportunidad de entrar en la mina, pero también la de buscar otra profesión, porque en ésta, las jubilaciones son tempranas. A los mineros en activo les diría que luchen por la unión de todos, como hacíamos antes», sugiere con emoción.

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