Los jóvenes se interesan por nuevos cursos formativos para mejorar su situación laboral
JOSE CARLOS DIEZ / GUARDO
El interés por los cursos de formación laboral ha incrementado entre los vecinos de Guardo y de otras localidades de la comarca, especialmente entre los jóvenes. Muestra de ello es que dentro del Programa para la Formación en las Zonas Mineras del Carbón (FORMIC) del Miner, el centro académico y cultural Santillana de Guardo ha ofrecido un curso de instalador de gas de 600 horas de duración, donde los participantes han aprendido a montar tuberías e instalaciones de gas, así como a calcular el dimensionado de todas las tuberías utilizadas en conducciones.
Los participantes en el curso han desarrollado posteriormente un programa con horas prácticas con el objetivo final de poner a prueba, ampliar y mejorar los conocimientos adquiridos.
La fontanería ha sido la materia con la que se ha iniciado el curso formativo, un módulo de aplicaciones básicas y útiles en el que han participado una decena de alumnos, con edades comprendidas entre los 17 y los 50 años.
Al término de este período de formación, la mitad de estos alumnos tuvieron la oportunidad de realizar otro curso diferente de preparación para el examen de obtención de licencia de instalador de gas, denominada IG-II.
A pesar de las complicaciones iniciales y de los problemas que sufrió el propio centro académico -debido a problemas burocráticos, la academia no obtuvo a tiempo la homologación del Ministerio de Industria necesaria para impartir este tipo de cursos formativos- , los alumnos pudieron participar finalmente, con un ligero retraso, en este segundo curso de formación de 125 horas de duración, impartidas por cuatro profesores de las áreas de fontanería, cálculo, riesgos laborales e ingeniería.
Finalizado el curso, los cinco alumnos asistentes se presentaron en Palencia a un examen organizado por el Ministerio de Industria, en el que se hacía especial hincapié en teoría y cálculo. Dos de los cinco alumnos, Valeriano Aparicio y Jorge Ibáñez, concretamente, aprobaron la prueba oficial y obtuvieron el carné oficial de instalador de gas IG-II, un documento que les acredita para realizar instalaciones en diferentes edificios públicos y privados. «Hemos mantenido todos muy buena relación. Ha sido duro pero ameno y divertido. La pena es que solo hayamos pasado dos las pruebas», señalan Jorge Ibáñez y Valeriano Aparicio.
«Más que un curso, era un reto personal»
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¿Qué siente al haber conseguido el carné de instalador de gas?
-Estoy muy orgulloso porque sabes que el año que has empleado en formarte ha servido para algo. Me lo había planteado como un reto personal, porque ya no te acuerdas de las matemáticas, la física o la química, por no decir del cálculo, y lo he superado. Estoy muy satisfecho.
-¿Con qué recuerdo se queda del curso?
-Con la buena relación que teníamos todos y con la anécdota de los trabajos de decoración que hicimos para la propia academia.
«Ahora hay que labrarse un futuro»
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Al final ha merecido la pena el esfuerzo…
-Desde luego. Ha sido un año completo de trabajo, cinco horas diarias de lunes a sábado trabajando, pero por fin hemos conseguido una recompensa.
-¿Qué corresponde hacer ahora?
-La idea es poder vivir de ello. Ya que lo he sacado y es tan sumamente difícil conseguirlo, habrá que hacer todo lo posible por aprovechar al máximo la formación que hemos recibido para empezar a labrarse un futuro algo más prometedor.